QUE ES LA VIOLENCIA
Puede considerarse la violencia como uno de los niveles de energía existencial más bajos del ser humano, casi paralelo al estado de hambre, de animalidad y de infierno. Cuando hablo de hambre no me refiero solamente a la necesidad normal de bebida y de comida para la preservación natural de la vida sino a ese estado en el cual muchos seres humanos no se sacian con lo que obtienen y quieren cada vez más, sin realmente necesitarlo, sin importarle las consecuencias, como por ejemplo más poder, más dinero, más bienes materiales.
Cuando hablo de animalidad se trata de las personas que se comportan como seres sub-humanos, donde no aplican las cualidades diferenciales de los hombres como el razonamiento lógico, la inteligencia superior y la espiritualidad. Y el estado más espantoso y demencial es el estado de infierno, donde el sufrimiento es intolerable y las condiciones humanas casi dejan de existir.
En la violencia se da la ira, la agresión, el egoismo, la arrogancia y la negatividad. La conexión con el ambiente es inadecuada, las normas sociales y los valores son transgredidos y por lo tanto conduce a conductas antisociales o no permitidos por los códigos de ética.
PROCESO DE APARICIÓN DE LA VIOLENCIA
Cuando una persona se encuentra en una situación provocativa, su respuesta inicial es sentirse mal. Las dos opciones más importantes son enfrentarse y pelear o escaparse y huir. Cuando la persona pelea, predomina un componente emocional activo: la ira, además de conductas motoras agresivas. Cuando escapa, predomina el miedo y la inhibición se hace presente. Para poder anticipar lo qué hará una persona ante esta situación, es necesario conocer lo que predomina en ella con respecto a tres grupos de aspectos muy importantes. El primer grupo está compuesto por sus tendencias biológicas innatas. El segundo por su aprendizaje anterior y los factores asociados y el tercero por las características ambientales que pueden hacer surgir las emociones como el miedo o la ira. Algunos autores defienden la idea que estos tres factores actúan simultáneamente. Hay quienes afirman que las creencias, actitudes y valores que se posean determinan la conducta violenta. Otro grupo defiende que existen personalidades violentas o que tienen motivación para la agresión. Otros defienden que la agresión es una conducta aprendida socialmente.
Esta controversia es muy antigua. La tendencia en los factores innatos se plantearon desde Hobbes en El Leviatán (1650), quien creía que el hombre se comportaba como un lobo con sus semejantes y el Estado debía establecer la ley y el orden. Otro exponente fué Darwin con su teoría de la lucha por la existencia como fuerza evolutiva. Freud (1920) también, cuando hablaba de la agresión como proceso opuesto al de la conservación de la vida. Lorenz (1966) defendía la agresión como útil y funcional para la supervivencia de la especie, la cual es necesario descargar o liberar para que no se acumule peligrosamente, como por ejemplo en las competencias deportivas. Los estudiosos de la conducta adaptativa han encontrado numerosas evidencias que indican que la invasión del espacio personal y territorial es una funte generadora de agresión.
Los defensores de la influencia ambiental se hicieron sentir en los años 20 con las concepciones conductistas representadas luego por Watson. Los ambientalistas afirman que no solamente la frustración incrementa la agresión, sino también la imitación. Bandura y Walters (1963) proponen una teoría social de la agresión donde enfatizan que el niño adquiere las respuestas agresivas por imitación de modelos sociales (ídolos de TV, padres). Si estas conductas agresivas son premiadas, tenderán a repetirse en el futuro.
Estos conceptos son los que soportan la convicción que la violencia televisada puede conducir a un aumento en la conducta agresiva, especialmente en aquellos niños que son inicialmente agresivos. Por ejemplo, la observación de niños de 8 años expuestos a programas violentos mostró que tendían a ser más agresivos a los 18 años que aquellos que no estuvieron expuestos a este tipo de observación agresiva.
Esto quiere decir que cuando la conducta violenta se estimula o se premia sin importar las consecuencias de esta conducta en el que es agredido, se tienden a desarrollar personalidades motivadas agresivamente. Por ejemplo, cuando se le dice a un niño que un macho debe ser agresivo y partirle la cara a cualquiera que se le enfrente y con ello se le reconocerá como un verdadero hombre. Por lo general, estos niños cuando se enfrentan a situaciones provocativas muestran soluciones agresivas y piensan que los demás son maliciosos y hostiles. Por el contrario, si se transmite el valor que la vida es un derecho de todo ser humano, el cual nadie debe violar, se está induciendo una personalidad pacífica y respetuosa. Ante situaciones provocativas futuras reaccionarán de manera más creativa.
Por otro lado puede extrañar que la gente desee ver con más frecuencia programas violentos. La explicación parece ser la necesidad de catarsis o descarga de las tendencias agresivas o el deseo de dominar el miedo y la ansiedad ante las conductas agresivas, pero estas explicaciones no parecen estar del todo claras y es poco lo que se ha investigado al respecto.
OBEDIENCIA Y VIOLENCIA. GRUPOS Y AGRESION
Un hecho interesante se muestra con los experimentos de Milgram en 1963, quien demostró dramáticamente que bajo condiciones de influencia social, un individuo puede comprometerse a realizar una conducta agresiva aunque sea contraria a sus deseos y valores. Esto explica el porqué una figura autoritaria puede ejercer tal influencia sobre sus seguidores como para producir actos de violencia inusitados como los que se han visto en algunas sectas y grupos antisociales. Generalmente los varones son más agresivos que las mujeres y éstas son más conformistas. En la forma de agresión obediente, las mujeres tienen más reacciones de ansiedad y conflicto cuando se les ordena agredir a otro, pero ambos grupos obedecían a pesar de sus creencias anteriores de que no lo harían. En el caso de las mujeres se piensa que la agresión obediente ocurre más por conformismo que por un acto de agresividad. Estos experimentos muestran la flexibilidad de la conducta humana y su capacidad de responder a la influencia social y a las situaciones inmediatas. En todo caso, una persona no agresiva puede convertirse en un componente agresivo en un grupo donde se le presione autoritariamente por su conformidad. Hecho demostrado fehacientemente en la segunda guerra mundial.
Un grupo puede mostrarse agresivo cuando se suman individuos agresivos, cuando tienen modelos agresivos a imitar y cuando se les refuerza o premia la conducta agresiva. También puede volverse un grupo agresivo cuando se aumenta la frustración, la insatisfacción económica o social.
INVESTIGACIONES FISIOLOGICAS ACERCA DE LA VIOLENCIA
En 1970, Mark demostró que estimulando la amígdala se producían gestos de furia como pelar los dientes, retraer los labios y otras acciones agresivas. Esto demuestra la existencia de circuitos neurales que median tipos de conducta agresivos que pueden inducirse por estimulación. Existe también el famoso caso de Whitman, quien mató a su esposa y a 14 personas más y luego se le encontró un tumor cerebral cerca de este órgano. Igualmente, hace 20 años, el Dr. Emil Coccaro explicó que las moléculas que regulan el funcionamiento del cerebro, llamadas neurotransmisores, juegan un rol importante en la conducta agresiva. Por eso relacionó una baja producción de serotonina con un aumento de la agresión. Encontró que las personas que intentaban suicidarse y los que cometían actos impulsivos agresivos, tenían bajos niveles de serotonina. Investigaciones preliminares donde se han dosificado drogas que la contienen como el Prozac, han demostrado una mejoría en la agresión. Otro dato interesante es que algunas de las benzodiazepinas como el Valium, pueden provocar la conducta agresiva, de manera parecida, pero más fuerte que el efecto del alcohol.
Nos hemos referido en otra oportunidad a la tecnología de investigación sobre el funcionamiento del cerebro que si bien es descomunalmente costosa (6 millones de dólares una sola máquina), ha revelado cómo funciona el cerebro "en vivo", cosa que antes no podía observarse de manera directa sino a través de la actividad eléctrica cerebral. La Dra. Raines de la Universidad del Sur de California descubrió observando a un grupo de asesinos violentos a través de esta técnica de Tomografía de Emisión de Positrones, que su actividad cerebral era anormalmente mayor en la parte anterior de su cerebro, en comparación con los sujetos normales, hecho que vino a confirmar las hipótesis previas acerca de la relación entre la actividad del lóbulo frontal y la agresión.
Queda claro que los circuitos neurales pueden ser activados anormalmente por desórdenes como tumores, ciertas formas raras de epilepsia, trastornos del balance endocrino y otros liberadores como mirar fijamente a un extraño o intruso indeseado en nuestro territorio, la frustración, la deprivación o el estrés. También puede darse de manera calculada o deberse a un acto de obediencia a la autoridad.
Los tópicos sociales actuales más estudiados acerca de la violencia son cuatro: las mujeres que permanecen en relaciones abusivas y violentas, la preponderancia del embarazo en las adolescentes en familias violentas, lazos entre consumo de drogas y violencia en el hogar y relaciones entre la violencia y la socialización masculina.
CASTIGOS CORPORALES PARA CONTROLAR LA VIOLENCIA
Los estudios de Bandura y Walters en 1959 demostraron que los niños cuyos padres usaban mucho castigo físico eran más agresivos que los demás niños, porque les mostraban un modelo agresivo a imitar. Esto explica el porque después de un crimen, un suicidio o un secuestro muy publicitado aumente el número de casos similares. También se encontró que los varones eran aparentemente mejores observadores y por lo tanto tendían a imitar más frecuentemente estas conductas agresivas que las niñas.
Los estudios actuales también revelan que muchos de los niños sujetos a castigos corporales como formas de aprender conductas aceptables, son más propensos en sus vidas futuras a mostrar conductas violentas, como agresividad hacia sus compañeros y vecinos, a tener baja autoestima, trastornos sexuales y conductas delictivas.
Un estudio realizado por el Dr. Hyman en la Universidad de Temple reveló que de 84 casos de niños que murieron a consecuencia de los castigos corporales inflingidos por sus padres, el 41% de ellos reveló que su intención era tratar de disciplinar a los hijos. No imaginaron nunca que podrían matarlos. Y lo más triste es que la mayoría de las conductas consideradas merecedoras de un castigo corporal fueron el llanto persistente, orinarse en los pañales o protestas cuando se les prohibía ver televisión. Esto nos habla de la dificultad de controlar las consecuencias de la violencia cuando los padres aplican castigos corporales como rutina, aún en personas que no aparentan ser violentas en su vida cotidiana, pero que pueden convertirse en asesinos o torturadores disciplinarios.
Otro ejemplo de las consecuencias de la violencia a largo plazo lo constituyen las mujeres que permanecen en relaciones de pareja abusivas. Generalmente ellas han sido víctimas de un ambiente hostil. Inclusive se ha demostrado que un 30% de los psicólogos y profesionales de ayuda que trabajan defendiendo a personas sometidas a la violencia, han tenido experiencias tempranas de abusos en sus propias vidas.
Estos conceptos pueden confundir a algunos padres, atemorizarlos por el miedo a hacerle daño a los hijos cuando intentan establecer normas de conducta. Pero no hay que confundir los castigos corporales con el resto de los componentes de un sistema de premios y recompensas, de límites necesarios de establecer para regular la conducta de un ser en crecimiento y aprendizaje continuo. Particularmente pienso que uno de las cosas más difíciles de aprender es a establecer límites para sí mismo y para los demás. No creo que hacer daño físico sea necesario ni justificable en ningún caso, salvo cuando se hace tratando de salvar a una persona de un peligro mayor, como por ejemplo empujarla si va a tocar un cableado eléctrico al descubierto. Tampoco creo en los auto-castigos físicos o deprivaciones como modificadores efectivos de una conducta inadecuada. Lo más importante cuando se imparte una norma de conducta de los padres hacia los hijos es la constancia de la aplicación de la norma y la congruencia entre lo que se dice y lo que se hace, no solamente impartiendo la justicia en el hogar, sino actuando como modelos de esos hijos. En términos más sencillos, si mamá impone a uno de sus hijos un castigo como no ver TV por dos horas por pegarle a un hermanito, no puede entonces venir papá a levantar el castigo desautorizándola o abusar de mamá gritándole porque no le cosió los pantalones.
EMBARAZO EN ADOLESCENTES Y VIOLENCIA
Este es uno de los tópicos más estudiados. Recientemente en Nuevo México se encontró que el 70% de las adolescentes embarazadas que recibían ayuda de organismos sociales habían sufrido abusos sexuales en sus hogares, lo cual implica la violencia directa de parte de sus modelos más importantes.
LEYES Y VIOLENCIA
Las leyes que deberían hacerse son para regular las técnicas disciplinarias, de manera que se penalice la violencia especialmente en poblaciones de alto riesgo. Si se promulgan leyes basadas en la concepción de la violencia como un fenómeno social, sin tomar en cuenta los factores biológicos y psicológicos, se está dejando la mitad del problema afuera.
FORMAS DE ERRADICAR LA VIOLENCIA
No es posible que un pueblo que tiene hambre, que esté frustrado y neurotizado por su poder adquisitivo disminuído, con fuentes de trabajo reducido, con escasas posibilidades de vivienda, de atención a su salud y de seguridad social, sea un pueblo pacífico y creativo. No es posible tampoco que lo sean los adolescentes sin padres o con padres abusivos o torturadores que los utilizan para descargar sus frustraciones, que le dan ejemplos de conductas abusivas hacia las mujeres o personas indefensas, que no han aprendido a comunicarse ni a tener contactos íntimos que no sean sino a través de la violencia. Por todo lo dicho anteriormente también pienso que se debe moderar al máximo la exaltación de la violencia en nuestra cultura. Como ejemplo tenemos el caso de Lorena Bobbit y el de Cybel Naime, los cuales a mi entender fueron demasiado publicitados de manera amarillista.
Como toda conducta que desea enseñarse y modificarse, lo más económico y productivo son las intervenciones tempranas y preventivas. Igualmente, canalizar la energía hacia el aumento de las fuerzas positivas en vez focalizarla en vencer las negativas. Se habla mucho y se gasta más para combatir la agresión, la corrupción, la violencia, las drogas, la delincuencia. Pero se habla poco y se invierte menos para fomentar los valores, la ética, la comunicación interpersonal, el compañerismo, la hermandad, la humildad y la creatividad.
La educación es la primera herramienta que se tiene para inculcar actitudes, creencias y valores dirigidos hacia la paz y la no agresión. Pero no solamente ésto, porque un estado de tranquilidad y paz es hasta cierto punto inactivo, pasivo. Es necesario orientar a los modelos sociales y a la población hacia la acción positiva y constructiva. Sabemos que la ira es inherente a la vida, por lo que no podemos erradicarla de nuestras vidas. Solo podemos transformarla, canalizarla, a través de las decisiones, las determinaciones, la voluntad, la creación, el aprendizaje continuo, la absorción de conocimientos, la utilización constructiva de la inteligencia. Para ello es necesario estimular la motivación al logro y a la afiliación y no a la violencia; la responsabilidad por nuestras acciones y no el desplazamiento hacia los demás de nuestras fallas. Interrumpiendo las quejas y cambiándolas por acciones, por decisiones de cambio. Descubriendo las necesidades y carencias no resueltas que subyacen a la ira e intentar satisfacerlas fomentando el potencial humano desde las posiciones de poder y de decisión de mayor nivel jerárquico y de ejemplo social. Y sobre todo neutralizando la agresión con el más potente componente que tiene un ser humano: la capacidad de amar a su prójimo y a si mismo y la expansión de su dimensión espiritual.
COMO INHIBIR LA VIOLENCIA
El modelo o aprendizaje por imitación también puede fortalecer o disminuir la inhibición de la conducta agresiva aprendida. Depende mucho de la información que tenga el sujeto sobre el impacto que produce esa conducta. En primer lugar si la persona se siente capaz de realizarla, si percibe una baja probabilidad de que no pueda tener consecuencias negativas al igual que el modelo, es muy posible que la persona la copie.
Es por eso tan importante que se publicite y se de ejemplo acerca de las consecuencias de los actos agresivos y no sobre la impunidad que muchos delincuentes suelen tener en Venezuela. Y más aún cuando se trata de los adolescentes.
Mediante un ejemplo adecuado se puede fomentar por el contrario, las conductas de control y evitación de la agresión, así como la acción inteligente y creativa para resolver los conflictos y la exposición a las situaciones provocativas.
Se agradece respetar los derechos de autor y hacer la referencia de la fuente de este blog.
Valarino, Elizabeth (2009).Violencia y agresión humana.Publicado en: http://ventaninterior.blogspot.com
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