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miércoles, 15 de julio de 2009

Experiencia en el Cuzco ¿realidad o fantasía?


Alturas de Macchu Picchu

Pablo Neruda


Ven a mi ser, al alba mía
hasta las soledades coronadas
El reino muerto vive todavía
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
A través de la tierra juntad
todos los silenciosos labios derramados

y desde el fondo habladme toda esta larga noche,
como si yo estuviera con vosotros anclado,
contadme todo, cadena a cadena,

eslabón a eslabón y paso a paso

Dadme el silencio, el agua, la esperanza
Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.

Apegadme los cuerpos como imanes.

Acudid a mis venas y a mi boca.
Hablad por mis palabras y mi sangre



Subimos por el tortuoso camino en aquel tren que se movía de un lado a otro mostrándonos las inimaginables bellezas de esas montañas mágicas. Un poco de miedo se albergaba en mi interior. Había escuchado del peligro de amenazas de volar el tren por parte de grupos subversivos. No era una buena época para viajar y menos a esos alejados lugares. Sin embargo sentía que me esperaba una experiencia importante con la que había soñado muchas veces: visitar la ciudad perdida de los Incas, el Centro Magnético del Mundo, Macchu-Picchu.

La noche antes de salir de Venezuela, había visto en la TV una película de Shirley Mac Laine sobre sus experiencias psíquicas en esos lugares y alucinaba pensando en las extrañas vibraciones que tales relatos me hacían sentir. Llegamos al Cuzco. Nos alojamos en un bello hotelito y comenzamos a sentir dificultad para caminar, para respirar, aprendiendo a calibrar nuestra energía.

Fuimos a la ciudad mágica y regresamos con el dolor del que siente que ya estuvo allí, sobrecogidas por fuerzas desconocidas que aún permanecen y a la vez sintiendo los efectos de una pequeña hierba que un indígena nos recomendó masticar cuando sentimos por un momento desfallecer. Hablábamos y reíamos de manera inusual. Nos preguntábamos qué clase de hierba habríamos probado, que en realidad nos había quitado la fatiga de la altura. Un compañero de viaje español, que luego se hizo amigo de nosotras, comentaba que a él no le había hecho ningún efecto. Yo simplemente le dije que observara a su alrededor y que se diera cuenta que mientras nosotros estábamos hiperactivos, todos nuestros compañeros de viaje dormían agotados. Y seguimos riéndonos con picardía.

Llegamos al hotel, decidimos ir a comer alguna extraña exquisitez de aquel lugar. Nos recomendaron la carne de un animalito muy especial que no recuerdo el nombre, pero que no pude casi probar por su fuerte sabor. Yo había conversado con el joven mesonero que nos atendió y le había pedido que me enseñara algunas palabras en quechua y por supuesto entre ellas, la palabra AMAR fue la que más me interesó y construí una frase.

Canturreando mis nuevas palabras, entré en el hotel, junto a nuestro amigo español y mi hija mayor a quien había invitado a acompañarme en ese fascinante viaje.

En el mostrador del hotel estaba un hombre imponente, de facciones indígenas pero muy alto para el tamaño usual de la gente de esa región. Y me dijo las siguientes palabras:
“te estábamos esperando Elizabeth”.

Yo, extrañada le pregunté ¿y como sabe mi nombre?. Me respondió:
“Nosotros sabemos todo acerca de ti”.

¿Quiénes? ¿Y cómo lo saben?, le dije. Me respondió:
”Los mensajes vienen de adentro. Desde que llegaste has sido observada sin que te dieras cuenta y la clave para reconocerte estaba en las palabras que estabas diciendo cuando entraste a este lugar. Tenemos un mensaje muy importante que comunicarte”.

Yo lo miré con ojos de asombro y no atinaba a decir nada.

El comenzó a hablarme de los Incas y de sus Dioses. Yo pensé que tenía que recuperarme del impacto para poderlo escuchar y que aquel mensaje no iba dirigido a mi incrédulo amigo español. En efecto, éste hizo un comentario al respecto y yo aproveché para decirle que iríamos a la habitación para descansar y que en otro momento hablábamos. Nos despedimos y hasta ese momento fue que le dije al indio el número de mi habitación para que me diera la llave, porque ¡¡¡ no lo sabía !!!

Subimos poco a poco las escaleras, por el cansancio de la altura. El hotel, al tener una estructura de madera, permitía que se escucharan todos los sonidos. Esperamos un rato, hasta asegurarnos que el español se había acostado en la habitación contigua y volvimos a bajar a la recepción del hotel. Allí nos esperaba el enigmático indio, sabiendo que volveríamos, con frazadas en sus manos para nosotras y un calentador. Nos sentamos. Me sentía como si estuviera alrededor de una hoguera y un shaman me estuviera desgranando sus milenarias enseñanzas. Se escuchaban continuamente las campanas de la iglesia, por ser la Semana Mayor y entonces comenzó realmente EL VIAJE.

Se creó un ambiente mágico, donde fluían los pensamientos y la comunicación aún sin las palabras. Me habló de culturas y creencias antiguas, explicaciones acerca del origen de la vida y el universo, de los Dioses que dirigían el concierto de la vida. Me reveló que existía una sociedad secreta de los sabios Incas, que podían desmaterializarse en planos superiores y que algunos de ellos estaban ubicados en el Cuzco. Que podían hacer curaciones a distancia y que algunos de ellos, como personas muy humildes me habían observado desde que yo llegué a esa ciudad.

Yo recordaba mi paseo por la plaza frente a aquella fantástica iglesia llena de fulgor plateado y los contactos que hice con aquellos seres que extendían sus manos pidiendo ayuda o rogando que les compraran sus artesanías. Las manos que había tocado, las palabras que había escuchado y los hermosos objetos que ahora tenía. Y agradecí a mi intuición por no seguirlos consejos de los guías turísticos, de no acercarme a la gente del pueblo porque me podían robar.

Cada vez que yo me hacía una pregunta mentalmente, él la contestaba sin que yo tuviera que articular ninguna palabra, como si leyera mi mente ávida de aprender: ¿Cómo ponerme en contacto? ¿Porqué yo? ¿Qué sentido tenía todo esto?.

Me aconsejó acerca de un grupo de amigos que se reunían de manera voluntaria en mi casa una vez a la semana, para estudiar y explorar los fenómenos psíquicos; sobre quiénes eran confiables y quiénes no; sobre mis metas en la vida. Me indicó que mi típica dispersión no era conveniente para mi desarrollo y que debía comer sanamente para prepararme y llevar a cabo una misión muy importante en Venezuela. Yo recibiría las enseñanzas que me fueran necesarias cuando lo requiriera y me encontraría con dos sabios maestros.

El tiempo transcurrió sin darnos cuenta, hasta que la luz del amanecer nos hizo despertar de ese viaje virtual. Salíamos para Caracas a las 8 de la mañana. Nos pidió que descansáramos un poco y que antes de irnos me respondería las preguntas pendientes.

Solo nos dio tiempo de hacer las maletas y comentar brevemente lo que había pasado. Mi hija, emocionada fuertemente por la experiencia, fue la que me dijo que el indio nunca se dirigió a ella, que me respondía preguntas que yo no hacía verbalmente y que a medida que hablaba, ¡
¡¡ un triángulo de luz verde esmeralda brillaba en el centro de su frente !!!.

Cuando bajamos al comedor, hablé brevemente con él y me dio algunas respuestas que no puedo revelar. Nos escribimos dos veces y el me pidió que controlara mi ansiedad, que el ritmo del tiempo me contestaría mis inquietas preguntas.

Para ese momento, yo estaba bajo la tutela de un gran maestro ¡también peruano! y profesor de Literatura. Fue mi profesor de Astrología y mi guía durante varios años. El me dijo que esa había sido una iniciación y que tenía mucho que aprender todavía. No he dejado de estudiar y explorar desde ese momento. La lectura, la meditación y la oración han sido los medios para contactar tímidamente la fuente de la sabiduría.

No he reconocido al segundo maestro. Mi profesor de Astrología regresa a Venezuela a fines de este mes, justo cuando yo me voy de viaje a un Congreso Científico y un entrenamiento en una afamada Universidad en USA. Hace poco recibí una tarjeta del Shaman del Cuzco, desde Europa y no me he atrevido a responder.

He decidido escribir sobre esta experiencia, aunque puedan criticarme como usualmente lo hacen cuando hablo de estos temas. Un impulso que deseo terminar con algunos trozos de un poema de Pablo Neruda, el cual me regaló mi maestro cuando se despidió de mí, con la siguiente dedicatoria:

¨ Para que
cada vez que quieras
unas tu recuerdo y la poesía
y accedas al
Presente eterno¨...
G.R., 1990

Me gustaría que vieran estos dos videos, son bien reveladores, con calma porque tienen cierta duración

http://www.youtube.com/watch?v=rn-OUSw_ZBU&NR=1

Se agradece respetar los derechos de autor y hacer la referencia de la fuente de este blog.
Valarino, Elizabeth (1990). Experiencia en el Cuzco ¿realidad o fantasía?. Publicado en: http://ventaninterior.bolgspot.com

Primera luna llena de enero



"Pedid y se os dará, buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe y el que busca halla y al que llama se le abre. (Mateo: 7,7).

Primera escritura del año. Esta noche es nochebuena de Reyes, primera luna llena de enero, cuando las pasiones se exaltan, los deseos se inflaman, el fuego se acrecienta y quema, las mareas suben y la luz que ilumina la noche, plateada, desata la locura aún en los más cuerdos.

Hoy hablé contigo, tu voz sonaba triste, grave, sin brillo. Imagino lo que pasa porque ya lo he vivido. Y la necesidad de hablar se hizo presente. Surgen las incógnitas y la revelación de los objetos perdidos, prueba quizás de una intuición basada en realidades.

Estos días finales del año medité, repasé mi historia previa, mis fracasos, mis aciertos, mis pérdidas, mis renuncias, mis conexiones, mis éxitos también. Y aunque hilos invisibles tejen una misma historia, las diferencias también se hacen notables.

Aprendí sobre los vínculos que quiero en esta nueva vida que se inicia ahora en este año. Sigo convencida que la energía divina sólo puede manifestarse a través de la apertura de nuestros sentimientos, de nuestros canales y vínculos basados en el amor de calidad y en la confianza mutua. Estoy convencida que aunque mientas con la boca, la energía habla por tí y te descubre, ya lo estás viviendo. Tememos herir y pretendemos detener la verdad porque pensamos que así será menos doloroso. Me lamenté alguna vez que fuí directa en mi vida y dije la verdad abiertamente. El golpe fue duro, pero ahora me siento orgullosa de la sinceridad conmigo misma y con el otro, fué lo mejor, ahora lo creo firmemente.

Cada quien aprendió de la experiencia a su manera y rehizo su vida según sus propias creencias y necesidades. Y el amor sigue allí aunque haya cambiado la forma. No puede dejar de querese a quien nos ha dado la posibilidad de tener hijos y criarlos juntos. A quien nos ayudó a formarnos a nosotros mismos cuando éramos inmaduros. Y cuando el alumno está listo, aparece un nuevo maestro. Cuando una relación cambia de forma quiere decir que otros aprendizajes se derivarán de ello y que la vieja forma ya no alimenta ese vínculo. Si intentamos permanecer de la misma manera, el deterioro se vá haciendo cada vez más evidente, porque coartamos los designios que la naturaleza ha trazado para nosotros y dejamos de ser nosotros mismos para complacer, para vivir según los deseos de otros, con la falsa esperanza que así serán más felices, aunque en el fondo sabemos que es para evitar el dolor que subyace a cualquier cambio importante.

Recordé que para ganar algo en la vida, siempre existe una renuncia, hay que dar algo a cambio. Para llenar es necesario un espacio vacío, que dé paso a.... Y el vacío produce vértigo, inseguridad, desasosiego, intranquilidad, ansiedad, insomnio. Es el momento de recurrir a nuestra espiritualidad, a las conexiones importantes, porque la razón ya no nos sirve para explicar lo que sucede.

Y al comprender con el espíritu, se abre una conciencia diferente, donde no hay culpa ni resentimiento, solo amor y paz. Así me siento ahora, así deso amar, así me quiero unir si el otro lo desea. Así querré toda la vida, aunque pueda comprender que la forma variará día a día, hasta que asimilemos juntos las lecciones que debemos aprender en esta vida.

Quiero emprender el vuelo a su lado con entera libertad, con la libertad de mi espíritu y el suyo unido al mío por la más sublime conexión, la que puede lograrse aún sin la presencia.

Vuela halcón, que los halcones necesitan libertad para desplegar sus alas y dominar el cielo, pero regresan a su nido que les dá calor y amor, porque saben que siempre que quieran podrán volar con entera libertad en el cielo infinito.

Se agradece respetar los derechos de autor y hacer la referencia de la fuente de este blog.
Valarino, Elizabeth (2009). Primera luna llena de enero. Publicado en: http://ventaninterior.bolgspot.com

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