Las preguntas son un poderoso instrumento para la comunicación, la indagación y la reflexión personal y de grupo; de extrema utilidad para la toma de decisiones. Pero no toda pregunta es inteligente ni está bien construida, ni obedece a buenas intenciones. Esto depende de las habilidades del que la elabora y los objetivos que se pretenden lograr con ella. Por eso se dice que el poder se encuentra del lado de la persona que diseña la pregunta, porque al utilizar un instrumento de poder que es la pregunta, puede lograr de otras personas una respuesta inteligente, libre, creativa, o manipular para lograr la respuesta que desea, anulando la libertad de discernimiento del que responde.
Existen al menos 20 tipos de preguntas que pueden inducir diferentes estados de la mente en la persona a quien se dirige. Es así que una pregunta sencilla puede inducir un proceso de observación para que alguien describa o atienda detalles de un evento presente. Por ejemplo: “¿Puedes describir lo que ves sobre esa mesa enfrente de ti?”. O una pregunta un poco más difícil de elaborar, que induzca a la reflexión, como puede ser discriminar entre varias alternativas. Por ejemplo: “Dentro de las siguientes alternativas ¿cuál crees que es la más conveniente para nuestro país en este momento?” (enumerar a continuación las alternativas para seleccionar).
Cuando se quiere inducir un proceso de alto nivel intelectual, como lo es la comparación, la jerarquización, la clasificación, el análisis, la inducción, la síntesis o el pensamiento deductivo; la formulación de hipótesis, la obtención de soluciones o selección de alternativas, se requieren destrezas especializadas para construir las preguntas. Esto, claro está, si se quiere hacer una excelente pregunta inteligente. Todo lo contrario sería que se diseñe una pregunta sugeridora de una posible respuesta o que implique una suposición implícita. Dentro de ellas se encuentran las preguntas cerradas donde el que elige solo tiene dos posibilidades de respuesta; por ejemplo Si o No. O aquellas redactadas de tal forma que no se entienda lo que se pretende, o que contenga más de una pregunta, produciendo tal confusión que la respuesta obedezca a impulsos o falta de raciocinio inteligente. Estas son las peores preguntas. También se encuentran dentro de malas preguntas, las “arcanas”, con intención oscura o de doble sentido, o aquellas radicales donde se pone a la persona contra la pared.
Una suposición implícita implica un límite o un juicio de valor que no se dice abiertamente sino de forma subrepticia, como “una indirecta”. Cuando la utiliza en una pregunta una persona o grupo que ejerce algún tipo de poder, las personas actúan como si las suposiciones fueran verdad. De allí el alto valor orientador o manipulador de las preguntas de este tipo. Cuando una pregunta comienza con ¿está de acuerdo con…? ¿qué es lo que se supone?...Pues que hay que estar de acuerdo y la disidencia no se permite. En el caso de una pregunta con una suposición negativa, de forma velada se da por sentado algo negativo. Por ejemplo: ¿Está usted de acuerdo con el fracaso en la formulación de la ley sobre el horario laboral?. ¿Cuál es la suposición negativa? Que la ley es un fracaso. Por el contrario, una suposición positiva más bien estimula la creatividad, la objetividad, las descripciones y niveles cognitivos de mayor nivel. Un ejemplo podría ser ¿qué soluciones tienes en mente o propones para solucionar este problema?. La suposición positiva es que la persona tiene posibilidades de solución, sabe pensar, sabe resolver el problema.
Una buena pregunta, además, debe ser breve, clara, corta, enfocada en un solo tema, pertinente (honesta de propósito y adecuada al momento), neutral (sin suposiciones ni sugerencias) y abierta (lo contrario de Si o No), con palabras o conceptos sencillos de entender, que no requieran consulta a otros documentos o conceptos.
Las mejores preguntas son aquellas que estimulan el más alto nivel cognitivo que es la metacognición. Son aquellas que estimulan la reflexión personal acerca de un evento o proceso ya vivido o que está ocurriendo. Por ello son más difíciles de diseñar y de responder, porque la persona debe acudir a varios estados de la mente. Por supuesto, no son prácticas para una toma rápida de decisiones, sino para procesos de reflexión y profundidad en el análisis de un problema importante. Saber elaborar preguntas inteligentes requiere una formación especializada que no todos poseen. Pero se puede aprender. Todos los líderes y educadores debieran poseer estas destrezas.
Someta cualquier pregunta a un simple análisis, tomando en cuenta lo que son las preguntas inteligentes o manipuladoras, las objetivas o las confusas y saque usted sus propias conclusiones.
Recuerde hacer referencia correcta de este artículo como sigue:
Valarino, Elizabeth (2009). Preguntas inteligentes.
Publicado en http://ventaninterior.blogspot.com
Existen al menos 20 tipos de preguntas que pueden inducir diferentes estados de la mente en la persona a quien se dirige. Es así que una pregunta sencilla puede inducir un proceso de observación para que alguien describa o atienda detalles de un evento presente. Por ejemplo: “¿Puedes describir lo que ves sobre esa mesa enfrente de ti?”. O una pregunta un poco más difícil de elaborar, que induzca a la reflexión, como puede ser discriminar entre varias alternativas. Por ejemplo: “Dentro de las siguientes alternativas ¿cuál crees que es la más conveniente para nuestro país en este momento?” (enumerar a continuación las alternativas para seleccionar).
Cuando se quiere inducir un proceso de alto nivel intelectual, como lo es la comparación, la jerarquización, la clasificación, el análisis, la inducción, la síntesis o el pensamiento deductivo; la formulación de hipótesis, la obtención de soluciones o selección de alternativas, se requieren destrezas especializadas para construir las preguntas. Esto, claro está, si se quiere hacer una excelente pregunta inteligente. Todo lo contrario sería que se diseñe una pregunta sugeridora de una posible respuesta o que implique una suposición implícita. Dentro de ellas se encuentran las preguntas cerradas donde el que elige solo tiene dos posibilidades de respuesta; por ejemplo Si o No. O aquellas redactadas de tal forma que no se entienda lo que se pretende, o que contenga más de una pregunta, produciendo tal confusión que la respuesta obedezca a impulsos o falta de raciocinio inteligente. Estas son las peores preguntas. También se encuentran dentro de malas preguntas, las “arcanas”, con intención oscura o de doble sentido, o aquellas radicales donde se pone a la persona contra la pared.
Una suposición implícita implica un límite o un juicio de valor que no se dice abiertamente sino de forma subrepticia, como “una indirecta”. Cuando la utiliza en una pregunta una persona o grupo que ejerce algún tipo de poder, las personas actúan como si las suposiciones fueran verdad. De allí el alto valor orientador o manipulador de las preguntas de este tipo. Cuando una pregunta comienza con ¿está de acuerdo con…? ¿qué es lo que se supone?...Pues que hay que estar de acuerdo y la disidencia no se permite. En el caso de una pregunta con una suposición negativa, de forma velada se da por sentado algo negativo. Por ejemplo: ¿Está usted de acuerdo con el fracaso en la formulación de la ley sobre el horario laboral?. ¿Cuál es la suposición negativa? Que la ley es un fracaso. Por el contrario, una suposición positiva más bien estimula la creatividad, la objetividad, las descripciones y niveles cognitivos de mayor nivel. Un ejemplo podría ser ¿qué soluciones tienes en mente o propones para solucionar este problema?. La suposición positiva es que la persona tiene posibilidades de solución, sabe pensar, sabe resolver el problema.
Una buena pregunta, además, debe ser breve, clara, corta, enfocada en un solo tema, pertinente (honesta de propósito y adecuada al momento), neutral (sin suposiciones ni sugerencias) y abierta (lo contrario de Si o No), con palabras o conceptos sencillos de entender, que no requieran consulta a otros documentos o conceptos.
Las mejores preguntas son aquellas que estimulan el más alto nivel cognitivo que es la metacognición. Son aquellas que estimulan la reflexión personal acerca de un evento o proceso ya vivido o que está ocurriendo. Por ello son más difíciles de diseñar y de responder, porque la persona debe acudir a varios estados de la mente. Por supuesto, no son prácticas para una toma rápida de decisiones, sino para procesos de reflexión y profundidad en el análisis de un problema importante. Saber elaborar preguntas inteligentes requiere una formación especializada que no todos poseen. Pero se puede aprender. Todos los líderes y educadores debieran poseer estas destrezas.
Someta cualquier pregunta a un simple análisis, tomando en cuenta lo que son las preguntas inteligentes o manipuladoras, las objetivas o las confusas y saque usted sus propias conclusiones.
Recuerde hacer referencia correcta de este artículo como sigue:
Valarino, Elizabeth (2009). Preguntas inteligentes.
Publicado en http://ventaninterior.blogspot.com
4 comentarios:
Es interesante, útil para la docencia y para la vida en general.
Completamente de acuerdo!
Excelente prima...ahora eres la campeona de los BLOGS.... ya puse mi correo para la suscripción, pues quiero conocer tus inolvidables reflexiones.(Alfredo Ascanio o askain)
Qué bárbara. Esta entrada me ha encantado y me atrevería a decir que es porque tiene muchísimo que ver con el lenguaje y la comunicación, temas que me fascinan y hasta ahora son motivo de muchas reflexiones que suelo tener periódicamente.
Gracias por este articulazo.
¡Bravo!
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